Me dirijo a ti con la esperanza de sentirme escuchado. No nos conocemos, me presento: soy papá o mamá de un niño con discapacidad y esta carta es sólo una excusa para acercarme a ti. Cada día mi hijo tiene dificultades para llevar una vida que se considera “normal”. Para mi hijo una vida “normal” pasa por tener dificultades en el cole, en casa, en el parque y en las situaciones que puedas imaginar. Mi hijo y yo hacemos cada día un esfuerzo extra para amoldarnos a la sociedad y a los niños “normales”. Hay gente que también nos apoya. Anhelo que el resto también haga un esfuerzo para “amoldarse” a mi niño especial.
Sé que mi hijo tiene problemas, por favor, cuando te refieras a él piensa también cómo me siento yo. Si no te mira, si no juega con los demás niños, si crees que su respuesta es inadecuada, pregúntame, infórmate, compréndele. ¿Sabías que mi hijo se puede comunicar con ayuda de signos?, ¿sabías que puede atenderte si te acercas a él y le pides atención?, ¿sabías que intento mejorar su conducta?, ¿sabías que no comprende como los demás niños pero sí siente y necesita relacionarse con los demás?, ¿sabías que es muy difícil que pueda asistir a actividades extraescolares?. Si sientes curiosidad y quieres ayudarme pregúntame, seguro que con más información podrás conocerle mejor.
Sí, los recursos en el colegio están regulados por la normativa vigente pero creo que siguen siendo insuficientes, más aún con esto de la crisis que al final repercute en quienes tienen que ser atendidos. Por cierto, hay una cosa que yo valoro mucho que no sé si llamarlo calidad humana, pasión por la profesión, implicación con los niños... pero es un no sé qué que tienen algunos de los profesores y que agradezco. También agradezco que el profesor ya conozca a mi hijo, que tenga experiencia y formación, para no sentir que “empiezo desde cero” con cada inicio de curso.
Claro, la educación no se da sólo el colegio. Los niños tienen una capacidad innata para hacer y ser como los papás. Cuando los papás muestran interés por ayudar a mi hijo, sus propios hijos están aprendiendo en la tolerancia, respeto e integración. Qué ideales tan bonitos y no pierdo la esperanza de hacer realidad.
Como ves, te estoy pidiendo un esfuerzo. Puede que tú todavía no encuentres el motivo o el valor de hacerlo. Confío en que estas palabras te animen a dar un paso adelante y estaré incansablemente luchando por lo que creo que son derechos innegables de mi hijo. ¿Quieres acompañarme?. Ya te lo estoy agradeciendo.
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